Para comprender esta relación, es necesario recordar que los músculos son los responsables del movimiento de nuestro cuerpo, y que son las fibras musculares las que consiguen transformar en movimiento una energía química, y ello gracias al metabolismo anaeróbico o aeróbico. Cuando queremos realizar un movimiento, las fibras del músculo tras una serie de reacciones químicas se "acortan" y provocan un acortamiento o "contracción" del músculo. Este, a su vez, al estar unido por sus tendones a los huesos al acortarse desplaza nuestro esqueleto.
Esta relación que existe entre nuestras capacidades físicas y los distintos aparatos del cuerpo humano, produce unos efectos beneficiosos sobre los distintos aparatos del cuerpo humano. Así, por ejemplo:
- Con respecto al sistema cardiovascular y respiratorio:
- Aumenta la cavidad cardíaca: permite al corazón recibir más sangre e impulsar en cada sístole más sangre.
- Crea nuevos capilares; mejor irrigación sanguínea; mejor aportación de oxígeno y nutrientes y la eliminación de productos de deshecho.
- Amplia la capacidad pulmonar: mejora el mecanismo ventilatorio.
- Mejora la irrigación sanguínea alimentando mejor la fibra muscular.
- Aumenta la capacidad para producir contracciones y que duren más.
- Crece la aportación de oxígeno y de sustancias energéticas.
- El músculo se hace más sensible al influjo nervioso.
- Activa a los órganos de desintoxicación (riñones, hígado): eliminar sustancias.
- Activa el funcionamiento de las glándulas endocrinas.
- Aumento de las capacidades defensivas del organismo.
A continuación podemos ver unos gráficos donde se relaciona cada capacidad física básica con los distintos aparatos del cuerpo humano, actuando cada uno en mayor o menor medida en esa actividad física.
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